sábado, abril 18, 2015

AMANTES ETERNOS

A veces es inevitable preguntarse cuál es el motivo por el que se mantienen vivas las parejas. Cómo sobreviven el día a día entre lavadoras de ropa sucia, camas revueltas, a veces llenas de sabores placenteros, y otras cargadas de monotonía. Recuerdo una escena de: “El compromiso” de Brad Silberling, una película protagonizada por Susan Sarandon y Dustin Hoffman. Ella es una escritora de fuerte carácter, cínico e irónico, y él un hombre sencillo, un agente inmobiliario de pueblo sin grandes pretensiones, que se enfrentan al día a día tras la muerte de su única hija. Su incompatibilidad de caracteres, sus discusiones acrecentadas por el dolor agudo de la pérdida y esa pregunta clave del ex de la hija, núcleo de la historia, tras una dura discusión entre la pareja:
"- ¿Por qué sigues con él?
Ella le contesta algo así:


-Por las noches, haya pasado lo que haya pasado ese día, me meto en la cama y saco el culo y él me abraza. Todas las noches durante estos casi 30 años, cuando me voy a dormir saco el culo y siempre me abraza."

En la “Buena estrella”, en mi humilde opinión una de las mejores películas que ha dado el cine español. Se da cita un triángulo amoroso impecable entre Maribel Verdú, Antonio Resines y Jordi Mollà.
En un momento dado Resines, Rafael, un carnicero castrado, un buen hombre anodino y gris, le pregunta a Marina por su eterno amor, por el hombre que una y otra vez le ha destrozado la vida: "¿Pero tú le sigues queriendo?"
Ella, una mujer desgraciada y machacada por una existencia miserable, que ha encontrado en los brazos de Rafael la calma y el sosiego que la vida y su amante nunca le han otorgado, le contesta:
“Las cosas que no se dicen es como si no fueran…”


Son muchas más las parejas que en la ficción, me han hecho temblar por su amor incondicional y romántico. Han venido a mi cabeza estas dos secuencias, que no son precisamente la imagen más pura del romanticismo. Pero es que en la vida real, lamentablemente por más que lo intento no lo encuentro con facilidad. Es más, me cuesta encontrarlo. Noto un excesivo aroma a vulgaridad en todo lo que rodea el término amor. Como si se fuera perdiendo, disipando. No sé si es por culpa de esta época en la que todo es mediocre, donde la música suele ser, salvo honrosas excepciones, copia de épocas pasadas, al igual que nos cansamos de repetir que ya no hay actores como los de antes. O vuelve lo vintage, que viene a ser: llevar cosas que hemos guardado como pingos desde hace 30 años en armarios con pestazo a mata polillas. El amor en su más altas cotas también se ha vuelto mediocre. Como casi todo.
De ahí mi eterno agradecimiento a letras como éstas:

Muchos años después de la guerra, el hambre, los muertos, los campos, los matrimonios, las separaciones, los divorcios, los libros, la política, el comunismo, él había llamado.
Soy yo. Por la voz ella lo había reconocido. Soy yo. Sólo quería oír su voz. Ella había dicho: Buenos días.
Él tenía miedo como antes, de todo. Su voz había temblado, es entonces cuando ella reconoció el acento de la China del Norte.
(…)
Él había dicho que para él, era curioso hasta qué punto, su historia había quedado como era antes, que todavía la quería, que nunca podría en toda su vida dejar de quererla. Que la querría hasta la muerte.
Él había oído su llanto al teléfono.
Y luego desde más lejos, desde su habitación sin duda, ella no había colgado, él había seguido escuchándolo. Y luego había intentado oír más. Ella ya no estaba allí. Se había vuelto invisible, inalcanzable. Y él había llorado. Muy fuerte. Con lo más fuerte de sus fuerzas.”


Marguerite Duras “ El amante de la China del Norte”.
Novela basada en su propia vida. En concreto la escribió después de: "El amante", cuando su amor, su amante chino de la adolescencia falleció. A pesar de que la vida de Duras fue de lo más tormentosa, nos ayuda a ver que no siempre todo lo que hace temblar los cimientos es ficción. El amor de verdad, el eterno también es real. Sucede algunas veces.